15/6/12

No quiero verticalizarme
nunca más
todo tiene otro sabor, otro aroma
desde mi colchón turquesa arrugado
desde mis sábanas gastadas y manchadas
todo suena en otra octava y late en otra vibración.
Nunca más quiero verticalizarme
porque es más fácil llorar
cuando nadie te ve.

9/6/12

No quiero sentirme así de lejos
así de congelada.
Me tiemblan las rodillas y las manos
me caen gotitas de sudor por las mejillas
pensando en el fondo de tu vaso
en el fondo de tus pensamientos secos
en el fondo.
Y el agua me tapa el sexo
me tapa los pechos de mujer
me baña en besos calentitos
y te digo "veni" muy despacito
y te alejas y me congelo
y todo frena
hasta convertirme
en un puto
cubito
de hielo.

8/6/12

Te corrías despacito, de a poquito
pero te corrías
te acobardabas. 
Te humillaba el simple hecho de pensar
que podía gustarte.
Te avergonzaba el pensamiento que rasgaba tus sienes
-ese pensamiento que te mostraba a vos abajo mio
acariciándome la piel con las yemas de tus dedos fríos-
-ese pensamiento que te hacía hervir la sangre, y te dilataba las pupilas-
Pensaste que no me daba cuenta
que no te sentía desde esa lejanía que aparentabas representar
pero podía ver exactamente como te corrías
como tus manos evitaban rozar mi pollera
y tus ojos giraban desconcertados buscando algo con qué salvarse
en ese angosto pasillito.


Finalmente te corriste, respiraste aliviado y
dijiste algo en voz alta que no llegue a escuchar.
Mis ojos te siguieron unos segundos caprichosos
mientras tus manos tocaban otras polleras, otras pieles, otras manos
con una comodidad tan desahogada 
que las cortinas empezaron a temblar prejuiciosas
y el espejo me reflejo una sonrisa cómplice. 


Tu sangre ya no hierve.

4/6/12

"Hola", me dijiste tímido con el aire silbando entre tus dientes
tus comisuras temblaban imperceptibles, y tus cejas estaban demasiado tirantes
para lo que mi yo intelectual podía llegar a considerar normal.
Tus ojos brillaban como brillan los ojos que leyeron toda una vida cuentos cortos de ciencia ficción y tus pestañas, por alguna razón decoloradas, bailaban tango en tus párpados.
Si me pongo a contar lo que hacían tus pelos temo caer en un sin fin erótico de palabras entrelazadas, y no quiero caer en ese cambalache absurdo de palabras van-vinientes.
Digamos que me dijiste "Hola", nos conjugamos con medio beso y nos cantamos una canción.