23/1/09

Vampiro

Considerandome una gran amante de la noche el cambio en ese sentido no habia sido del todo radical. El sueño no era algo extrañable, dado a mis acostumbradas noches noctambulas, y la carencia de sueño era una caricia en mi palido rostro. Podia realmente apreciar la noche en su totalidad. La luna era visible para mis ojos ocre como nunca antes lo habia sido. Podia apreciarla con una nitidez abrumadora. El cielo era un regalo que ansiaba ser abierto por los largos dedos de la muerte. Las estrellas me contaban historias infinitas, y teniamos toda la eternidad para jugar juntas junto al viento nocturno. Decidi asi, pasar mis primeras noches vagando sobre los techos de Buenos Aires. Me era facil manejarme sin ser escuchada ni vista, me caracterizaba por mi silencioso andar siempre agraciado y fantasmal.
Las complicaciones se dieron en cuanto mi agudeza para escuchar con una claridad espeluznante. No me gustaba inmiscuirme en la intimidad de lo desconocido, pero me era claramente inevitable. Gritos y alaridos de placer eran constantes, salian por las ventanas entreabiertas de los departamentos. Me daba un poco de pudor pero al mismo tiempo incentivaba en mi una pasion y una lujuria animal. Ellos podian tener lo que yo no.
Mis afilados dientes mordian levemente mis labios carnosos, sin dejarlos sangrar, era imposible. Ser un vampiro en la ciudad era seductor, una utopia.

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